“Lo que amo en el cine es el acaso, el accidente, el azar… La vida y el arte tienen azar, eso es lo que me interesa”.
La frase pertenece a Eduardo Coutinho, el reconocido director de cine brasileño y eje de un ciclo homenaje que se verá hoy y mañana en Tucumán, organizado por la Escuela de Cine y Video de la UNT y auspiciado por la embajada de Brasil. El cineasta fue el mayor documentalista de su país y autor del guión de películas de ficción, como “Doña Flor y sus dos maridos”, y fue asesinado por su hijo en febrero. La retrospectiva fue titulada “La mirada que escucha”.
En la última jornada se presentará además el libro que analiza su obra “Cine de conversación y antropología salvaje”, para lo cual vendrá uno de sus autores, Pablo Russo, integrante del grupo Rev(b)elando Imágenes, que edita la revista digital “Tierra en trance, reflexiones sobre cine latinoamericano”.
El libro es una recopilación de artículos especialmente elaborados, sin estar atados a los tiempos comerciales, y que abordan diversas miradas complementarias sobre el brasileño.
“Coutinho realizó un cine basado en la conversación con el otro, un otro siempre diferente al mismo realizador: mujeres, campesinos, habitantes de una favela... Fue siempre una construcción conjunta con ese otro a partir del diálogo, y esa es una de las razones del título. Antropología salvaje es una autodefinición que dio el director de sí mismo en varias ocasiones, acerca de lo que hacía no era ciencia sino arte, y también relacionado con el desconocimiento del entrevistado hasta el momento de la conversación con ese otro”, explicó el autor, en diálogo con LA GACETA.
- ¿Cuál fue el aporte de Coutinho al cine?
- Uno de los fundamentales es la restitución del hombre común a la pantalla de cine como sujeto político, aunque no de manera panfletaria ni melodramática. Una persona de las millones anónimas que habitan nuestro continente y de los que rescata sus relatos, sus vidas cotidianas, sus historias de vida. Fue de los primeros en utilizar el video, porque le permitía filmar por más tiempo sin tener que interrumpir para cambiar de rollo de película.
- Aparte de documentalista, también fue guionista de ficción con gran éxito. ¿Cómo se amalgaman ambos perfiles?
- Su etapa como guionista forma parte de una búsqueda expresiva, que incluyó también al periodismo, derecho, teatro... Creemos que, finalmente, encontró su expresividad poética en la estética desarrollada en sus películas documentales a partir de “Cabra, marcado para morir”, de 1984, y que le dio relevancia internacional. Para entonces, tenía 50 años, y este gesto fue una reinvención de sí mismo. Siguió en la producción documental los 30 años siguientes, hasta su muerte.
- ¿El documentalismo es un género de elite? ¿Se están dando pasos para su difusión masiva?
- No consideramos que sea un género de elite, en la medida que producir documentales es cada día más accesible para los realizadores, sobre todo por los cambios tecnológicos que permiten un mayor acceso a este tipo de discursos. Lo que sí notamos es que muchas veces resulta más fácil acceder a producciones norteamericanas que conocer las películas que se realizan en nuestro propio continente, en los países vecinos. Es una cuestión que tiene que ver con los circuitos de exhibición y con hábitos culturales muy arraigados.
- ¿Qué cosas mueve al grupo Rev(b)elando Imágenes?
- Nos interesa el cine como condensador de vida, experiencias e historias, para pensarlo, observarlo y pensarnos a nosotros mismos en tanto latinoamericanos en una tierra en profundo cambio. Desde este lugar proponemos la discusión, el análisis, la participación, la acción y la construcción.
HOY Y MAÑANA
• El ciclo de Coutinho se desarrollará en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265).